lunes, 6 de octubre de 2008

El padre sin cabeza

El padre sin cabeza
Eran esos tiempos en el cual la gente de pocos recursos se ganaban la vida a como podían, tiempos tranquilos, tiempos de oro donde la gente vivía a su modo humildes pero felices.

Para esos tiempos nuestros antepasados guardaban pico y pala, se limpiaban un poco y en las noches salían a divertirse con sus familias, para así liberarse del estrés del día.

Las jóvenes muchachas siempre lindas bailando alrededor de la plazoleta mientras los muchachos las observaban alegremente, todo era felicidad muestras la música seguía sonando, risas, murmullos, carcajadas, todo mostraba satisfacción de la gente.

En esa época los sacerdotes jóvenes llegaban a las ciudades a predicar y muchos se asentaban en una ermita y si tenía suerte quedaban en una iglesia o catedral.

A principios de mayo llego el padre José, al poblado de lo que actualmente se conoce como Cartago. Un joven con mucha alegría y lleno del señor, daba sus misas en latín y hasta las cantaba con más ritmo para que la gente las disfrutara.

La gente que lo iba a escuchar se daba cuenta de la pación con la que predicaba y la gran convicción que tenia. La gente que pasaba y escuchaba sus canticos desde afuera de la ermita siempre entraban como inmotivados por la voz.

Ya para los meses todos sabían quien era José y sabían que era una persona de bien, de todas partes venían las personas a escucharlo. La fama corría por el pueblo y esto hacia que la ermita se llenara cada vez más.

Para agosto se celebraba una gran ceremonia en el pueblo donde don José se encontraba, esto llego a oídos del señor Rafael Rojas Mora quien intrigado de quien era este sacerdote tan renombrado y que al él uno de los finqueros más importante de la región no se lo hubieran presentado.

Así que tomo un par de caballos llamo a su mano derecha y fueron al pueblo a conocer al padre.

Pasados los dos días Don Rafael llego al pueblo de José, busco una propiedad la compro y se fue a buscar al sacerdote, que en ese momento estaba haciendo una misa para un difunto. Don Rafael entro y escucho atento, así se percato porque todos lo nombraban tanto.

Terminada la ceremonia Don Rafael hablo con José, se presento y lo felicito.

Al día siguiente don Rafael y su colega regresaron a su pueblo para preparar algunas cosas. En su casa le dijo a su esposa que tomara ciertas cosas que iban para una fiesta en un pueblo a un día del lugar.

Faltando cinco días para la fecha de las fiestas se dirigieron al pueblo donde los esperaba su nuevo hogar de veraneo.

Llegaron su hogar en el pueblo, desempacaron y don Rafael pensó que sería bueno que su esposa conociera al padre José, así que cuando habían terminado la mudanza quedando un día para las fiestas fueron al templo a escuchar la predica.

Al terminar don Rafael con su esposa en el brazo derecho se le acerco a José y le dijo: " Reverendo como se encuentra le presento a mi esposa María".

El padre José quedo impresionado con la bella María que mostraba en sus ojos un brillo pícaro como quien dice que le estaba dando alas al amor.

Se quedaron poco tiempo antes que el Reverendo se disculpara y se alejara de ese lugar.

Esa noche José tuvo problemas ya que sus sentimientos estaban galopando por la mente y la desesperación de quedar flechado por un amor prohibido lo tenía atormentado. Pero decidió no hacer nada hasta que por ahí de las 3 de la madrugada se escucho el sonido de golpeteo en la puerta. Él sabía que era tarde pero su deber era atender, su sorpresa que al abrir la puerta María se le tiro encima de un solo salto. José quedo sorprendido pero se dejo llevar por sus instintos fue así como en medio de la noche nuestro querido padre rompió sus votos y sus creencias.

Terminada su sesión con el reverendo María se fue para su habitación y que nada de esto saliera a la luz.

Al día siguiente paso la fiestas y cada vez que podía María y José se escapaban adentro del templo solo para darse algunas muestras de cariño, ellos pensaban que nadie se daba cuenta pero ya Don Rafael se empezaba a preguntar donde iba tanto la María, así que una de tantas la siguió pero llego cuando cada uno de ellos (María y José) salían por partes aparte de la ermita.

Don Rafael no le dijo nada a María por qué no sabía si eran ciertas sus sospechas así que le tendió una trampa, dijo que iba a regresar a su casa a revisar el ganado.

Así que tomo sus cosas y partió en la noche María y José se encontraron en el templo y afuera estaba don Rafael con un machete, viendo la situación por la ventana no pudo aguantar, y lleno de rabia entro al templo hirió de muerte a su mujer, mientras el reverendo intento escapar a una sección de la ermita donde se encontraba una poza artificial, pero don Rafael lo alcanzo y dijo:
"Usted reverendo, si es que lo puedo llamar así. Usted ah irrespetado todo lo que usted cree y vive para, por eso su único castigo es la muerte y si por mi fuera lo maldigo a estar atado a este lugar hasta que pague cada uno de sus pecados", y bajo la tormenta de la noche don Rafael alzo su machete y de un solo zarpazo corto tal como cuchillo en mantequilla el cuello del reverendo.

Mientras los rayos iluminaban la escena don Rafael observaba lo que acaba de hacer, poco a poco le bajo la furia y entro la pena, vio el cuerpo del padre que yacía en el suelo, su cabeza que había caído en la poza había teñido de sangre el agua, miro a lo lejos que su esposa sufría y mostraba sus últimas fuerzas y decidió salir huyendo del lugar, pero cuando se disponía salir del lugar un sismo sacudió la iglesia haciendo que esta callera sobre los tres, haciendo de este lugar un cementerio para los tres.

Al día siguiente la gente llegaban la iglesia a enterarce de lo sucedido, en sus mentes les rondaba la idea de que los tres habían muerto por que quedaron atrapados por las paredes y no por las heridas de un machete, el machete de don Rafael.